Siempre vamos a sentir miedos. Jamás vamos a tener la suficiente confianza en algo, aunque nos la pidan a gritos.
Los cambios son lo mejor que pueden pasarle a uno, aunque cueste aceptarlos. Nunca vamos a pedir ayuda de aquel que más la necesitamos. Siempre habrá brazos que suplanten brazos, pero jamás habrá labios que te hagan olvidar a esos labios.
A esta altura seguramente te enamoraste máximo, dos veces. De una de esas veces, todavía no podés olvidarte.
Cada persona nueva que conoces la comparas inconscientemente con todas las anteriores que conociste. Te diste cuenta que aquel pensamiento infantil de que los adultos son mas fuertes es mentira. te diste cuenta que hasta los grandes lloran. Aceptaste tu suerte, la negaste, la odiaste, la amaste. Decidiste amar a alguien por el resto de tu vida. Decidiste también odiarlo por el resto de tu vida. Amaste con locura cada vez que pudiste. A pesar del poco tiempo, conociste el amor y todas sus caras, seguramente decidiste no amar a nadie más como amaste a ese que elegiste. Juraste amor eterno. Juraste odiar eternamente. Te diste cuenta que las palabras duelen cada vez más.
Aprendiste muchas cosas, aprendiste a decir no, aprendiste a confiar, aprendiste a compratir tus miedos, aprendiste que todos sufrimos en mayor o menor medida de lo mismo, aprendiste que no hay personas fuertes, sino que hay buenos actores, aprendiste a respetar los tiempos y a hacerte respetar. Aprendiste que las peliculas ilusionan, pero igual te gustan, aprendiste que quizas nada puede llegar a ser perfecto, aprendiste a amar cada una de tus imperfecciones, aprendiste a mostrarte como sos.
Encontraste muchos amigos nuevos, compartiste nuevos momentos con ellos, probaste miles de cosas con ellos. Realmente entendiste el significado de la amistad, te diste cuenta que el amor de ellos es milagroso, cura corazones rotos.
Y aún así a pesar de todo esto que aprendiste, todavía se llora como un niño cuando el corazón se rompe y a pesar de la cantidad de veces que eso ocurra, duele siempre como la primera vez, y cada vez que duele, recordás aquellos años, en donde el llanto era provocado por un raspón o un grito paternal. Y te das cuenta, aunque no ayude, que a pesar de que estas llorando, a pesar de sentirte tan débil como un infante, creciste y sos mas fuerte.
Sos mucho mas fuerte que aquel pequeño con las rodillas lastimadas, pensá que hace falta romperte el corazón para que muestres tus lagrimas.